Vanité ya tiene una nueva muñeca! Modificada en la shop, he conseguido hacer un look genial:
jueves, 16 de julio de 2009
miércoles, 15 de julio de 2009
Vanité Stardoll
Vanité se compromete a lanzar fotografías de moda y Stardoll! Consulte con el Hotmail: vanitebooks@hotmail.com o visitando su Blog: http://www.vanitebooks.blogspot.com/
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Att: Paula (Vanité Books!)
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Visiten Leminery Magazine Stardoll: http://www.leminerymagazinestardoll.blogspot.com
martes, 14 de julio de 2009
Leminery Magazine Stardoll
Valeria
Valeria: Capítulo 1
Me besó en los labios y nada fue lo mismo. Esas eran las palabras de Miriam, mi compañera de clase, alta, rubia y muy coqueta, como si ella fuera perfecta y lo supiera todo. O al menos eso aparentaba. Por lo visto, su largo cabello rubio, era teñido y lo alta que ara se lo debía a los largos tacones que llevaba. Yo no era como ella, ni mucho menos, yo era la típica chica bajita, morena con ojos marrones que no destacaba en clase, la pequeña chica humilde y sin amigos que vagaba por los pasillos, con esperanza de aprender algo cada día y con esperanza de no destacar en ningún momento.
Me tocaba clase de tecnología, estaba en tercer curso de segundaria y me dirigí a la puerta con mucho sigilo para que no sonaran los chirriantes tornillos oxidados y me mirara todo el mundo. La señorita Butckler me sonrió con una sonrisa de punta a punta e intenté devolvérsela a pesar de mi mal humor. Estaba enfadada conmigo misma, había perdido a mis amigas solo por no hacer lo que ellas hacían, pero, por una vez en la vida, me sentía libre, me sentía como si por primera vez pudiese hacer algo que me placiera sin que nadie me mirara con malas intenciones. Entré en clase y me senté al final de ella. La silla estaba pegajosa y suponía que era de algún chicle que tenía pegado, pero no me importó. Saliendo de clase James, el futuro delegado de clase, me entregó una papeleta y un sobre amarillo que destacaba con sus enormes letras que decían: Vótame.
Me dirigí al comedor, intentando esquivar a toda la muchedumbre que se adentraba hacia esa pequeña sala. Cogí sitio en la primera mesa que tenía al alcance y no tardé en comer. Eran las tres y dos cuando acabé ese suculento plato de espinacas con bechamel que todo el mundo rechazaba y me marché.
Salía del instituto con mi mochila y mi pancarta de votación y me apresuré para no llegar tarde a casa. Me acerqué a mi nuevo coche, era una furgoneta antigua, casi de una época prehistórica, era amarilla chillona, en sus tiempos, lo único que quedaba de ella era un amarillito, poco llamativo que tiraba a blanco sucio.
Vivía en el número treinta y dos de la calle San Francisco, una calle no muy popular y muy vacía. Era el número cuarenta y seis el que acababa la calle pero empezaba una nueva. Mi vecina me saludó al bajar de mi bonito cacharro con otra sonrisa muy complaciente, de nuevo, intenté devolvérsela. Iba muy arreglada, con su pelo pelirrojo y su largo cuello de jirafa era la bella esposa del doctor Loren. Iba vestida con un precioso vestido azul que resaltaba sus pechos y su figura de atleta. Combinado con unos tacones de cuero marrones y una chaqueta de piel de algún animal, cogía las llaves del coche y acompañada de su marido, se fueron.
Pensé que se trataba de una boda o alguna fiesta millonaria, pero aparté mi vista y me concentré en llegar a casa.
Aunque me encontraba un poco mal, puse atención en terminar mis deberes de Ciencias Sociales y mi trabajo de Química, para el día siguiente.Sonó la puerta. Era mi padre, Jack. Era muy alto, rubio y con sus brillantes ojos verdes que resaltaban su piel. ¿He dicho que era mi padre? No, no es mi padre, es mi padrastro, o mejor dicho, el novio de mi madre. Mi padre murió cuando yo tenía seis años, pero aún sigo recordando pequeños fragmentos de su estancia. Mi madre se llamaba Bárbara y era una bella y hermosa joven cuando conoció a mi verdadero padre, él era muy atractivo según lo que me decía mi madre pero un día muy lluvioso mi padre salió a dar una vuelta con mi madre a un parque que estaba cerca de su antigua casa. Cuando volvieron, mi padre recibió una llamada diciéndole que tenía que ir al trabajo porque se había olvidado un trabajo importante. Dicho esto, mi padre se fue con el coche y empezó a llover, y a llover. Al volver mi padre no veía por el cristal y se chocó contra otro coche y padeció.
Contesté a la llamada de la puerta - ¿Si? - Dije con un tono un poco amargo.
-Soy yo, Valeria– Contestó él - ¿Puedo pasar?
-Sí, no estoy haciendo nada importante – Mentí.
Mi padre pasó con mucha rapidez. Su rostro reflejaba felicidad y al verme a mí mucho mas.
-Quiero darte una noticia – Sonrió.
-Dime, ¿pasa algo? – Pregunté con intriga.
-No, solo quería darte una noticia. Yo y tu madre, desde hace mucho tiempo queríamos plantearnos, si mudarnos a un sitio muy especial para ella.
-Sí, ella quería ir a Rose Ville – Pensé que querían tramar algo.
-Sí, cariño. Por eso nos vamos a mudar nosotros tres. ¿Qué te parece? – Saltó con alegría y abrió los brazos como si me fuera a lanzar contra su pecho y llorar de alegría, pero no lo hize.
-Quiero quedarme aquí.
Su cara cambió de aspecto en cuando dije eso, ya no era el mismo padre feliz que había entrado por la puerta.
-Sí papá. Quiero quedarme aquí – Se lo repetí, no entendía mi decisión pero era la justa. Mis estudios nunca habían mejorado desde entonces y me estaba adaptando al instituto como nunca antes.
-Pero hija – Me llamó hija - ¿Cómo puedes decirme esto? Pensé que tú querías irte con nosotros, por favor, harás amigas nuevas y te lo pasarás muy bien, te lo prometo.
Las palabras “te lo prometo” sonaron como puñaladas en mi pecho que me hicieron cambiar de idea en un momento y pensé: Por el bien de mi madre, debo hacer todo lo posible. Esas eran las únicas palabras que recordaba de mi padre. No sabía qué hacer, estuve tres minutos sin responder, pensando en las consecuencias que podrían pasar si me fuera.
-¿Terminaré el trimestre? – Sonreí como si fuera un juego, quería quedarme sólo para sacar buenas notas y alegrar a mi madre. Hacer que se sintiera bien al tener unas estupendas notas con Menciones de Honor.-Si tú lo quieres, será así – Cambió su rostro de forma en que ahora sus ojos reflejaban un entusiasmo incapaz de explicar con palabras exactas, reflejaban toda una vida de sueños cargados a cuestas e intentando poder cumplirlos a toda costa.
Éste era el mayor de todos y sentía un entusiasmo mayor a otro, por eso, sonreí y cumplí mi deber de hacer sentir bien a mi madre.
Me besó en los labios y nada fue lo mismo. Esas eran las palabras de Miriam, mi compañera de clase, alta, rubia y muy coqueta, como si ella fuera perfecta y lo supiera todo. O al menos eso aparentaba. Por lo visto, su largo cabello rubio, era teñido y lo alta que ara se lo debía a los largos tacones que llevaba. Yo no era como ella, ni mucho menos, yo era la típica chica bajita, morena con ojos marrones que no destacaba en clase, la pequeña chica humilde y sin amigos que vagaba por los pasillos, con esperanza de aprender algo cada día y con esperanza de no destacar en ningún momento.
Me tocaba clase de tecnología, estaba en tercer curso de segundaria y me dirigí a la puerta con mucho sigilo para que no sonaran los chirriantes tornillos oxidados y me mirara todo el mundo. La señorita Butckler me sonrió con una sonrisa de punta a punta e intenté devolvérsela a pesar de mi mal humor. Estaba enfadada conmigo misma, había perdido a mis amigas solo por no hacer lo que ellas hacían, pero, por una vez en la vida, me sentía libre, me sentía como si por primera vez pudiese hacer algo que me placiera sin que nadie me mirara con malas intenciones. Entré en clase y me senté al final de ella. La silla estaba pegajosa y suponía que era de algún chicle que tenía pegado, pero no me importó. Saliendo de clase James, el futuro delegado de clase, me entregó una papeleta y un sobre amarillo que destacaba con sus enormes letras que decían: Vótame.
Me dirigí al comedor, intentando esquivar a toda la muchedumbre que se adentraba hacia esa pequeña sala. Cogí sitio en la primera mesa que tenía al alcance y no tardé en comer. Eran las tres y dos cuando acabé ese suculento plato de espinacas con bechamel que todo el mundo rechazaba y me marché.
Salía del instituto con mi mochila y mi pancarta de votación y me apresuré para no llegar tarde a casa. Me acerqué a mi nuevo coche, era una furgoneta antigua, casi de una época prehistórica, era amarilla chillona, en sus tiempos, lo único que quedaba de ella era un amarillito, poco llamativo que tiraba a blanco sucio.
Vivía en el número treinta y dos de la calle San Francisco, una calle no muy popular y muy vacía. Era el número cuarenta y seis el que acababa la calle pero empezaba una nueva. Mi vecina me saludó al bajar de mi bonito cacharro con otra sonrisa muy complaciente, de nuevo, intenté devolvérsela. Iba muy arreglada, con su pelo pelirrojo y su largo cuello de jirafa era la bella esposa del doctor Loren. Iba vestida con un precioso vestido azul que resaltaba sus pechos y su figura de atleta. Combinado con unos tacones de cuero marrones y una chaqueta de piel de algún animal, cogía las llaves del coche y acompañada de su marido, se fueron.
Pensé que se trataba de una boda o alguna fiesta millonaria, pero aparté mi vista y me concentré en llegar a casa.
Aunque me encontraba un poco mal, puse atención en terminar mis deberes de Ciencias Sociales y mi trabajo de Química, para el día siguiente.Sonó la puerta. Era mi padre, Jack. Era muy alto, rubio y con sus brillantes ojos verdes que resaltaban su piel. ¿He dicho que era mi padre? No, no es mi padre, es mi padrastro, o mejor dicho, el novio de mi madre. Mi padre murió cuando yo tenía seis años, pero aún sigo recordando pequeños fragmentos de su estancia. Mi madre se llamaba Bárbara y era una bella y hermosa joven cuando conoció a mi verdadero padre, él era muy atractivo según lo que me decía mi madre pero un día muy lluvioso mi padre salió a dar una vuelta con mi madre a un parque que estaba cerca de su antigua casa. Cuando volvieron, mi padre recibió una llamada diciéndole que tenía que ir al trabajo porque se había olvidado un trabajo importante. Dicho esto, mi padre se fue con el coche y empezó a llover, y a llover. Al volver mi padre no veía por el cristal y se chocó contra otro coche y padeció.
Contesté a la llamada de la puerta - ¿Si? - Dije con un tono un poco amargo.
-Soy yo, Valeria– Contestó él - ¿Puedo pasar?
-Sí, no estoy haciendo nada importante – Mentí.
Mi padre pasó con mucha rapidez. Su rostro reflejaba felicidad y al verme a mí mucho mas.
-Quiero darte una noticia – Sonrió.
-Dime, ¿pasa algo? – Pregunté con intriga.
-No, solo quería darte una noticia. Yo y tu madre, desde hace mucho tiempo queríamos plantearnos, si mudarnos a un sitio muy especial para ella.
-Sí, ella quería ir a Rose Ville – Pensé que querían tramar algo.
-Sí, cariño. Por eso nos vamos a mudar nosotros tres. ¿Qué te parece? – Saltó con alegría y abrió los brazos como si me fuera a lanzar contra su pecho y llorar de alegría, pero no lo hize.
-Quiero quedarme aquí.
Su cara cambió de aspecto en cuando dije eso, ya no era el mismo padre feliz que había entrado por la puerta.
-Sí papá. Quiero quedarme aquí – Se lo repetí, no entendía mi decisión pero era la justa. Mis estudios nunca habían mejorado desde entonces y me estaba adaptando al instituto como nunca antes.
-Pero hija – Me llamó hija - ¿Cómo puedes decirme esto? Pensé que tú querías irte con nosotros, por favor, harás amigas nuevas y te lo pasarás muy bien, te lo prometo.
Las palabras “te lo prometo” sonaron como puñaladas en mi pecho que me hicieron cambiar de idea en un momento y pensé: Por el bien de mi madre, debo hacer todo lo posible. Esas eran las únicas palabras que recordaba de mi padre. No sabía qué hacer, estuve tres minutos sin responder, pensando en las consecuencias que podrían pasar si me fuera.
-¿Terminaré el trimestre? – Sonreí como si fuera un juego, quería quedarme sólo para sacar buenas notas y alegrar a mi madre. Hacer que se sintiera bien al tener unas estupendas notas con Menciones de Honor.-Si tú lo quieres, será así – Cambió su rostro de forma en que ahora sus ojos reflejaban un entusiasmo incapaz de explicar con palabras exactas, reflejaban toda una vida de sueños cargados a cuestas e intentando poder cumplirlos a toda costa.
Éste era el mayor de todos y sentía un entusiasmo mayor a otro, por eso, sonreí y cumplí mi deber de hacer sentir bien a mi madre.
Bienvenitos a Vanité Books
Hola y bienvenidos a Vanité Books.
Vanité Books es una pequeña empresa que proporciona libros a su alcance. Libros que han sido escritos por una pequeña escritora llamada Paula. Esa escritora te proporcionará los libros que quieras.Podrás hacer que ella haga tus cuentos a tu manera, (contacta con ella por el Hotmail de abajo)*
-Podrás inventarte personajes para crear un nuevo cuento a tu manera.
-Podrás elegir si quieres que se publique el libro en este blog o mandarlo por Hotmail.
-Podrán elegir cómo será el libro. Paula, sólo lo escribirá.
-Podrás votar del 1/10 si te ha gustado.
-Podrás comentar sobre el libro.
-Podrás leer otros libros que se te enviarán por correo electrónico para que tú los leas. (Todos creados por Paula)
-Podrás sugerir nuevos libros y publicarlos desde este blog.
¡ATENCIÓN!
No agregaré ningún Hotmail a mi cuenta por su seguridad. Sólo quiero que ustedes lean mis libros. No daré otros Hotmails a nadie ni violaré las leyes. Repito, sólo quiero que lean mis libros.
PRÓXIMO LIBRO EN PORTADA: Valeria - Categoría: Books - Paula's Creation.
Si lo desean iré adelantando capítulos.
Att.: Paula.
*Puedes contactar con ella por Hotmail: VaniteBooks@hotmail.com.
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-Podrás elegir si quieres que se publique el libro en este blog o mandarlo por Hotmail.
-Podrán elegir cómo será el libro. Paula, sólo lo escribirá.
-Podrás votar del 1/10 si te ha gustado.
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No agregaré ningún Hotmail a mi cuenta por su seguridad. Sólo quiero que ustedes lean mis libros. No daré otros Hotmails a nadie ni violaré las leyes. Repito, sólo quiero que lean mis libros.
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